«¿Poesía? ¿Qué é seto?»

propia lengua y que nos parecemos más a los tontos con gafas que a la gente que pisa la calle. Quizás haga falta que la ironía y el ingenio vuelvan al poema para cargarse de un ataque de risa a los pesados de lectura con diccionario, a los tristes de atar, a los poetas profesores –que últimamente me tocan a mí en un alto porcentaje, y no hablo de AGT, ¿vale?– que se han leído a JRJ y lo quieren emular ante sus alumnos –que somos todos– y nos machacan con discursos aburridos e interminables en un monotono que es capaz de dormir a los más despabilados –des/pábilo // des/pábulo, je, je–. ¿Por qué no el poema chiste otra vez?, aquella cosa Tono de juego de palabras y risa franca. Poemas/chiste inteligentes, eso sí. Yo qué sé, una poética, para abrir boca, que llevase por título «¿Poesía? ¿Qué é seto?» y que compendiase modos y filosofía poética de vida alegre y descarada, que de las historias descarnadas en versos tristes e incomprensibles estoy ya hasta el coco –de las mías también, por supuesto, que esto es sobre todo autocrítica–. Y llegar a los foros poéticos más extraños y conseguir que la gente arrancase a reír a mandíbula batiente o simplemente a sonreír con complicidad. Pandilla de sosos con los culos planos, horda de garbancitos con gafas de culo de vaso que leen y reescriben perdiendo en el viaje la mitad de la media y la media de la mitad. Que ya no hay que escribir los versos más tristes esta noche porque están todos escritos; ni los más incomprensibles, que tengo un amigo cura que se los ha pillado todos; ni los más intelectualmente consumibles, que son patrimonio de Sabina y de su colega Gala. ¡Poemas/chiste!, de los de no pasar a la Historia, pero de los de hacer feliz al personal por un ratito, poemas en pelota picada, disolutos, asquerosamente terráqueos, tan simples como los oídos de quién va a escucharlos porque jamás los leería. Una poesía, en fin, acorde con este tiempo subnormal y amarillo: Ni poesía de combate, ni poesía de la experiencia/diferencia... poesía para imbéciles, ¡hostias!

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