La posibilidad

Sólo me cabe la «posibilidad», pues estoy vivo en la medida en que encuentro abiertos sus caminos para hacerme [no para deshacerme], porque morir es estar hecho. Y vivo con intensidad porque soy consciente de que puedo elegir, es decir, porque me siento libre de poder elegir.
¿Cómo puede imaginarse un hombre que no sea proyecto hasta la muerte misma, un hombre sin posibilidad de elección? A mí me resulta imposible imaginarlo. Hasta el hombre privado de todo puede escoger entre reír o gritar, entre morir o sobrevivir... Hasta el hombre condenado a muerte tiene su mente para valorar posibilidades y escoger entre ellas.
Y es de ahí de donde emana la libertad, que no es otra cosa que saber que cuentas con una baraja de posibilidades y puedes elegir entre ellas. Claro, esta valoración de la libertad no concuerda, si la miras bien, con ese ideal grandilocuente con el que todos gritamos la palabra «libertad». No existe así, no. Y luchar por lo que no puede existir es darse de narices con un muro indestructible. La verdadera libertad está en lo pequeño, en la opción de la posibilidad y en cada una de las decisiones individuales que tomamos sobre ella.
Ser libre es estar en el camino, sólo eso.

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