Antonin Artaud

Decía Antonin Artaud que ‘si no hubieran aparecido los médicos, no existirían los enfermos’. Sabia reflexión que me lleva a esa cosa de la justificación de la existencia que tantos males le ha traído al hombre… existo como rol humano, luego tengo que justificar mi existencia incluso cuando no fuese preciso que lo hiciera. En este apartado están tanto los chamanes como los ‘maestros’ [a esos a los que se refería Antonio G. Turrión en la entrada de su blog]. Y a ello siempre va unido un absurdo principio de autoridad. ¿Acaso no sé yo más de mi dolor físico y espiritual que el más reputado galeno titulado? ¿Acaso no soy yo el que debe decidir siempre lo que le conviene a mi individualidad, porque soy el que la goza y el que la sufre? ¿Acaso no llega el conocimiento a mí sólo si yo me dispongo a que llegue? ¿Acaso puede alguien decirme objetivamente lo que es verdad y lo que no lo es para mi individualidad?… La idea de los roles humanos es en sí misma un fracaso de lesa humanidad, porque desde ellos se generaliza en los diagnosticos y se aliena para los resultados. El médico actúa y somete, el ‘maestro’ se adapta y somete, el juez se somete y somete… y el individuo que los sufre es incapaz de entender que solo lo hacen con la jodida intención de perpetuarse en su rol, de ganar sus grasosos eurillos mensuales destruyento el tejido vivo para sustituirlo por un tejido adormecido y mortecino.
Antonin sufrió en sus carnes aquellas jodidas terapias de electroshock a las que le sometían los alienados doctores. El sufrimiento que le causaron procedía de su necesidad de seguir siendo los chamanes de la tribu, procedía de que la singularidad de Antonin iba contra su statu de galenos y contra la norma generalizada de un hombre al uso de las imposiciones de la socidad.
No somos nada… pero ellos son menos aún… mucho menos.

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