Como las jarras de Morandi
De este frío, los cuerpos anudados buscándose en las ruinas del blanco silogismo, sabiendo del revés el laberinto y echando el ancla blando en el guarismo cónico que es sima. Se apresan, se enderezan y retuercen exprimiendo el calor que llevan dentro como un zumo de bayas o un silencio. Se los oye jadear en lo nocturno y son como las jarras de Morandi sobre una mesa siena, inescrutable. Son escuetos, pues hacen una sombra, aunque son dos collares de vértebras trabados en la danza de su misa buscándose el calor buscándose el calor buscándose el calor… Tanta intemperie, a veces, es bálsamo y no daña.