Abrígame

Abrígame,
porque el fulgor aniquila
y mis ojos apenas ya resisten
mirar los faros encendidos de los coches,
porque crujen los huesos
y hay una vendedora de castañas en la acera
aseando del frío los carámbanos,
porque el mundo existía hasta ayer
y hoy solo veo sendas cerradas de espinos
y afiladas zarzamoras,
porque el atlas acumula fronteras
y el cuerpo grillos
y la muerte una alfombra de musgo espesa y húmeda.

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