Edward Burne-Jones

Hay un retrato femenino inacabado de Edward Burne-Jones, que lleva por título «Hope», en el que me detengo con frecuencia cuando miro un libro de arte que guardo en mi biblioteca sobre el pintor [tengo marcada la página con un separador antiguo para volver a él cada vez que puedo]. Expresa mi ideal de belleza de una forma inimaginada: pelo rizado y rojo, recogido sobre las orejas, perfecta simetría en el rostro, nariz pequeña, ojos entre tristes y agresivos mirando a otro lugar distinto a mis ojos y con un arco de cejas inigualable, labios carnosos sugiriendo amargura mezclada con algo dulce, mentón redondeando una cara cuadrada, un cuello de vasija delicada, de corza, largo, interminable, llamando al beso... y una mano apuntada aguantando una pieza de fruta.
El hecho de que el cuadro no fuera acabado por Burne–Jones le un halo de misterio que lo hace mucho más interesante.
Me quedo siempre absorto ante esa visión de belleza tangible, ante la pregunta del pensamiento de la modelo, ante esa tristeza que se patentiza en uno de los cuadros más bellos que conozco.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.