Busco la extenuación

Resbala con tus manos por mis ingles
esa amenaza que guardas en los ojos
y arrodíllate allí con el jadeo del corzo acorralado.

Sentirás que las vides prometen ya sus frutos,
que el manantial de horchata presume sus zarpazos,
que me crecen molares para esta Babel nuestra
que apenas aprendió a ser digestión sin ser alquimia.

La alfombra está tendida
para el suave damasco de tus muslos.

Desnuda tus axilas y
muéstrame los brazos hechos sombra,
haz que tus pechos salten y se posen,
deja que tus caderas sean tenaza
y un gruñido amanezca entre las piernas.

Busco la extenuación en la abstinencia.

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