Miguel de Unamuno

Recomendaba don Miguel de Unamuno entre sus luces y sus sombras que procurásemos vivir en continuo vértigo pasional, dominados por una pasión cualquiera, ya que –decía– solo los apasionados llevan a cabo obras verdaderamente duraderas y fecundas… y el problema del apasionamiento es justamente el alto porcentaje de fracaso en lo que produce en ti pasión, conjungándose que un ser apasionado está divinamente encendido mientras nada en su pasión, pero se apaga totalmente cuando fracasa en su pasión... y no hay peor mal que yo pueda imaginar que el de llegar a la frustración por el apasionamiento, siendo quizás mucho mejor hablar del esfuerzo de volutad que del ‘gusto vehemente’ que supone la pasión, más cuando tomamos consciencia/conciencia de que trabados en la pasión jugamos en una peligrosa línea que separa la luz de la sombra absoluta en lo personal.
Me interesa mucho el tema, porque soy un apasionado visceral y conozco en mis carnes el dolor del fracaso en una pasión, sé el golpe que te deja en el cuerpo y lo complicado que resulta entrar en un camino de recuperación [que nunca es total, ya que la marca del fracaso de una pasión es eterna y late jodidamente].

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