Los enemigos nunca aprenden

Reconocen tus pasos
cuando vuelven del orto
con sus zapatos puestos
como la piel o el hueso.

Saben que ya tu bilis
duerme en su ardor
el sueño de los injustos
y que no ha de hervir más
hasta que estés despierto.

Calculan tu miseria
multiplicando verbos
por adjetivos llenos
de miradas hiriendo...

Desean que no mueras...

No aprenderán jamás
que su odio es tu desprecio.

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