Esa Grecia de carne hecha

Presume de esa Grecia que eres,
incluso ponte insoportable
y haz pedazos mis plumas...

satúrame en el pulso
y organízame el próximo desastre
entre tus glúteos sin molde posible,
desacralízate buscando que te odie
o que abra otro camino a borbotones,
ponme horarios de cripta
o asfíxiame encerrado en la limpia vitrina del salón
–donde lucen los mejores anillos
junto a esa kasbah tuya de objetos inservibles–…

dame muerte en la red de seda
o tiéndeme dormido junto al áspid…

pero nunca me des indiferencia…

Te bastas en el crótalo para dejarme ileso,
me amarras en conjuros
y noto en mi interior la edad del árbol
y el tiempo del quelonio.

No te aseguro nada…
pero repito tu dibujo
y nunca hay horizonte.

Hoy ya calló la niebla.

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