El acoso del fumigador

¿Por qué desde allí arriba
te obstinas en mis pasos?
¿Por qué te empeñas, Dios,
en marcarme la huida
si jamás creí en ti?
¿Por qué el superlativo
rugir de tus motores
sobre mi cuerpo leve?
¿No ves que así no hay forma
de intentar comprenderte,
de buscar un resquicio
que te asome a mi fe?
¿No ves que acorralando,
sojuzgando, oprimiendo...
no lograrás que crea
sino sólo en mi suerte
o en el triste destino
que me lleve hacia ti?

Yo no creo que existas,
pero aprietas, ¿lo sabes?
¿A qué reverenciarte, entonces,
si he de luchar por mí?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.