El cobarde mesa el cabello de una chiquilla

Porque no acaba de llegar el barquero
reposo bajo los abedules
apretando entre mis manos una daga
que es aliento porque no fue suceso.

Como una huida, recuerdo la ebriedad
de una larga melena que fue para mis manos
una imagen de pastos rendidos por el viento
y una isla perdida desde la que zarpar
sin billete de vuelta.

La niña de aquel pelo se llevó
entre su falda el gozo de la lluvia
y un maullar de borrascas
que apenas son memoria.

Porque no acaba de llegar el barquero
y el miedo vive bien en mis rodillas
guardo todas mis armas
y corro hacia donde mis pies deseen.

Agarrar una llama y guardar su calor en los bolsillos.
Eso es la gloria.

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