Entrar en los ojos de una mujer dormida

Pude entrar en los ojos de una mujer dormida, lo hice justo antes de que cerrase sus párpados. Creí que de esa forma podría penetrar en sus sueños, pero no consideré que la mirada no estaba y que una mujer dormida es como una mujer muerta. Ya dentro, sin sueños que robar, decidí violentar su cuerpo bajo la piel, y supe que sin voluntad ajena el placer no existe, sólo existe la deriva de la fisiología.
Cuando despertó, yo enredaba bajo los nudillos de sus dedos.

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