Amantes en un aparcamiento

Manténgase el minuto deseado,
desátese lo negro de la noche
y hagamos, abrazados en el coche,
el rito del amor apresurado.

Corran mis manos liebres por tu blusa,
las tuyas desabrochen mis tejanos,
y en ese azar de bíblicos hermanos
busquemos en el tacto gozo y musa.

Vencidos por la prisa, clandestinos,
incómodos de atar, enajenados,
habremos de guardar en la memoria

el nítido recuerdo de esta noria
de caricias furtivas y, agotados,
separemos, sin más, nuestros caminos.

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