A. F. Ozanam fundando la Sociedad de San Vicente Paul

La masa miserable demanda el donativo,
el sobrante misérrimo de las mejores casas
y el mendrugo de pan que es sólo de los perros.

Nuestra libertad está en la fe
y en darle a la caridad el valor de moneda
y no el de agravio,
en darle el eterno valor del gesto
y no el del remordimiento por las faltas.

Dios es omnipotente
y pesa nuestros actos con justicia,
los valora en su exacta medida
y nos pone la prueba de los pobres.

Cada acto generoso
nos hace más del Cielo prometido,
cada pobre asilado nos acerca al Señor,
con cada donativo -aunque sea pequeñonos
merecemos más el Paraíso.

Hagámosle más dulce su condena a los pobres
y seguro, pues mi fe me lo dicta,
será la vida eterna nuestra gracia.

Si no es por caridad,
lo haremos, aunque sea, por el puro egoísmo
de un Cielo dominado por los nuestros.

La duda es el peor castigo
que padecen agnósticos y ateos.

Dios existe y está de nuestra parte,
lo asevero,
lo juro,
lo prometo.

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