Un paquete de Chester

Un libro que sea a la vez un paquete de tabaco, exactamente un paquete de Chester, y que cada página sólo contenga cigarrillos, cigarrillos en posiciones diversas. Un libro del mismo tamaño que el paquete de Chester. Sólo sumarle mi nombre. Es la mejor autobiografía que puedo hacerme, la más completa, la más digna. Y es que un hombre debe tener biografía como clave genética distintiva... Pero yo soy gris, y la biografía de un hombre gris debe ser monótona, como una atmósfera asfixiante o el simple aire que nos regala la vida. Mi biografía está hecha de humo, del humo de miles de cigarrillos Chester, un humo gelificado en mis pulmones paralizando el suave movimiento de las células que oxigenan la sangre, consumando un suicidio largo y tranquilo.
Quiero a mi cuerpo, pero noto cómo se me va de las manos, cómo envejece, cómo se arruga ante mis ojos. A veces no me reconozco en los espejos ni en los escaparates. El tipo que se enfrenta a mí no soy yo; después de mirar un rato, sólo encuentro algo mío en su mirada, pero no soy yo. Crecer es percibir cómo la piel se adapta sin queja alguna al modelado de las vísceras y a la flaccidez de los músculos, notar las canas nevando el pecho, las sienes, el mentón. Mi autobiografía también es mi cuerpo con todos sus humores, con sus breves bacterias, con su bello rizado floreciendo bajo el sexo patético.
Encargaré unas flores para mi dormitorio.

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