Huyendo por los tejados

Si la palabra propone y da el espacio
debo hacer inventario de todos los vocablos,
ordenarlos –porque el orden concreta–
y planear una vía de escape
con la que desnudarme sin parecer vulnerable.

Luego, como en una redención,
respirar el aire puro de la noche,
sentir el frío en los huesos
y correr por los tejados
para huir del enigma.

Si la palabra nombra,
habrá que pronunciarla
por dentro
y en silencio.

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