Augusto Nelatón atiende a Garibaldi en Aspromonte

Que mis ágiles manos
te adecenten la herida
no significa, amigo Garibaldi,
que haga mía tu causa
ni que busque ese puesto destacado
que me ofrecen tus ojos,
inyectados ahora del dolor
que te causa la pasión por la idea
que defiendes.

Yo me limito siempre a cumplir mi trabajo,
y eres sólo uno más de mis enfermos.

Me consta que el dolor
es el mismo en el justo y el tirano,
que en la muerte no sirven las ideas,
que el valor es un gesto en esta duda eterna
de los que decidimos
-como somos tú y yoel
destino de otros.

No me importa tu sed de libertad,
pues yo tengo saciada ya la mía.

Descansa unas semanas
y vuelve a tus guerrillas,
que necesito heridos
para avanzar más pasos
en mi ciencia.

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