La mediocridad inalcanzable

Porque la casa a veces tiene ese olor a nevera apagada
y la calle se tiende sin pisarla siquiera,
porque te pones siempre
los peores vestidos para comer conmigo en la cocina
y ha perdido el pudor la ropa íntima
convirtiendo su magia en esos trapos que utilizas
para limpiar el polvo de los muebles,
porque ya sólo vamos al cine como al jardín de infancia
y todo se resuelve en palomitas
y visitas constantes al servicio cargados con los niños,
porque el amor perdió ya su liturgia
y el azar,
porque hay ropa tendida y empezará a llover
si Dios no lo remedia,
porque se acaba el tiempo de los padres
y Magdalena anda desorientada
sin saber dónde puso la llave, el bolso, la pulsera...;
porque el pan se recoge siempre a la una en punto
y hay que hacer acopio semanal de congelados,
porque los hijos crecen,
porque París espera,
porque hay que trabajar...

... a veces me parece
que ni la mediocridad está a mi alcance.

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