Este es el comienzo de una gran amistad

Ahora que me pregunto
de qué sirve mi boca
y dudo.
Para qué usar las manos
si no son «erramienta».
Cómo mirar sin ver
la utilidad concreta
del enfoque del ojo...

Ahora que sé tus trampas,
que conozco el latido de tu interés
y el odio que regalas en dosis
como un medicamento.
Ahora que atisbo el límite
del rencor que nos une
y nos separa...

debo darte el abrazo,
pues de nuestras miserias
puede nacer un tiempo
de amapolas y pastos.

Brindemos por el fin
de este camino abierto
para el puñal y el asco.

Que otros se ensañen
mientras crezca esta cuenta
de alimañas que somos.

La alfombra de cristales
se tiende a nuestros pies.
Pisémosla seguros,
pues vamos bien calzados.

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