En la casa

Volver a la casa
después de cada gesto
a rumiar el fracaso
mirando el plato de carne
que sobró ayer,
recalentada
igual que la escasez
de mis bolsillos.

Hacer recuento del amor
y ver números rojos
abiertos como sexos
a la derrota.

Mirar las manos,
que ya no son posibilidad
ni espacio donde crecer.

El tiempo pasará
y abriré la certeza
como un libro,
porque está todo escrito
y el paso que vendrá
tiene su horario.
En la cita postrera,
la del mármol,
podrá orearse el mundo
ante mis huesos.

Haber sido la célula
y sus breves orgánulos
resulta suficiente.

No me quejo,
pues ser biología
ya es bastante.

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