El árbol partido por un rayo

Como aquellas tormentas que alentaban
un viento de septiembres
y en rayos eran nada al rato,
como viejas postales que guardar,
pero nos sujetaban a un olor
de manzanas y a una promesa cierta
de castañas y nueces,
de ropa que ponerse
otra vez.

Como aquellas tormentas
que acabaron diez veces
con el roble más sólido
por más que se empeñase
en brotes verdecidos y ramas tímidas.

Sobreponerse, a veces,
no sirve para nada,
pero ayuda en el juego
de ser y deshacerse,

como aquellas tormentas,
como el roble ya seco
que se empeña en ser tumba
a la vez que epitafio.

Comentarios

  1. ¡Cuánto me ha gustado! Felizmente, qué poco tienes que ver con el roble ya seco. Este otoño tú estás reverdeciendo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

dime...

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.