Amante con pendientes [divertimento]

‘El lóbulo…’, decías susurrando,
y yo era un sordo afán en las vertientes
buscándote en el plexo, entre la ropa.

‘El lóbulo, por dios…’, dijiste ya alterada,
y yo andaba libélula en el justo colapso,
y ardía en el sofoco de tu vientre,
despótico y radiólogo,
espasmado.

Trabado entres tus pliegues,
diluido en lo recóndito,
mostrenco, torvo incluso,
cuadrúpedo y estrábico
te oí gritarme histérica:

‘¡El lóbulo, por dios...
se ha desgarrado!’.

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