Amanece en Rimini

De las uñas mordidas o de lo que amé
cuando los días no sabían acabar
porque eran luz y ocaso y a la inversa

me quedó como un batir de párpados
un pestañeo sepia o blanco y negro
que me hace y deshace
que me rima hacia adentro
en justa consonante

El mar que no vi entonces
era una piel ajena
llamando a lo interior como una química

ahora paz
antes guerras mínimas tan grandes
tan sin derrota
tan despiadadamente dulces

Yo y vosotros
no fuimos
apenas somos
todo y nada

Sábanas blancas frías
para un calor común
tan compartido
como el pan o los golpes

como el pan
o
los golpes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.