Casablanca

Te olvidé
–lo recuerdo con nitidez ahora–
y han debido alinearse los astros
para que llegue el viento
que se lleva esta niebla.

Juntos fuimos la luz
en la ciudad quemada,
jugamos a ser armas
de fuego clandestino,
clamamos en las calles
con altivez de gleba
la miseria de un mundo
que se hacía pedazos.

Nos amamos también
como si todo fuera
del último segundo.
Bebimos por la paz
de nuestros muertos
y hubimos de saber
que el mundo se hace a tragos
y a tontas decisiones.

Entre el amor y el hambre
escogimos la lucha
que puso tierra en medio.

Te olvidé, lo recuerdo,
pero ha llegado el tiempo
de arder en Casablanca.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.