Buenas noches, Orson

Todo da igual
y aún así me arrepiento
de no haber sido el no,
la candela que arde a pesar de la lluvia,
el que dicta la música,
el árbol que sujetó al rayo,
la piedra que edifica o la que mata.

Todo da igual,
el raso y la arpillera sobre una piel cuidada,
la arruga en el vestido,
la sangre en los pezones de una madre vacía,
el filo de la daga amando un cuello virgen,
la libertad a secas...

y aún así me arrepiento
de la casa y el verbo,
de la lumbre, del salmo treinta y tres
-Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de su angustia-,
de la pana guisando su calor entre los muslos,
de ti
de tantos nosotros.

Corro hasta el ambigú,
pues acaba una historia
mientras otra ya asoma
de entre un final con créditos.

Respiro,
fumo,
resto.

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