ESTAR

ESTAR

Suspendido como la araña en lo invisible,
con la trampa inestable del anillo de arena
o el extensísimo trago de las tardes puestos como a orear,
pero atentos al tacto de la presa.

Sacaré del follaje las piezas con ladridos,
señalaré su exacta posición
y haré llaga en la marca,
porque hay un celo lascivo de cazador
en cada día
y las mandíbulas merman o son fauces.

Vivo en el cráter de los dientes de leche
y estoy como perdido
desde que fui destetado por mi madre.

DESESTAR

Ya soy pez que se agita en la arena
esperando el hedor del propio cuerpo,
pero quise ser colchón una vez,
un colchón sobre el que dos cuerpos se amasen
y robarles el semen para hacerme raíces
y crecer hacia el techo como un sepulcro de humo.

Techos de cielo raso
que tenéis la mirada cenital
y veis a los amantes deshacerse
en la cal viva de las sábanas…
decidme que hay un cauce subterráneo
donde lamer los muslos de la diosa,
donde abrir las ventanas de su sexo
sea labor diaria y no contenga espinas.

Me voy a penetrar las alcobas
pues siento una necesidad impostergable.

DESERTAR

Dejar el arma flaccida
reposando en la mano,
mirarla sin desprecio
y buscarle el escondite entre las ingles.

No has de mirar atrás
mientras huyes de la guerra cremosa
donde fuiste vencido,
no debes recordar los pechos blandos
ni el latido del vientre mientras corres,
ni la vulva lubricada y abierta como un ojal de abrigo.

Tu máxima esta noche
es ser superviviente.


DESPERTAR

No estaba junto a mi aliento sulfuroso,
ni en el pináculo
donde quedó
cuando caí en el sueño;
no estaba en la cocina ni en el baño.
Tampoco estaba en el rellano de la escalera
ni en el portal…
ni en la panadería,
ni en el parque cercano.

Me descubrí desnudo
llorando entre la gente.

RESTAR

Me seduce morir,
y quisiera afeitarme todo el cuerpo un día antes
y aburrirme mirándolo
en la sala de espejos…

me seduce morir en vilo…
y luego dejar que trajinen las viejas
sobre mi mortaja.

Me seduce morir
porque sé que la muerte
contestará taxativamente
a todas mis preguntas.

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