Escuchando a Regina Spektor

No dudes de mí,
porque soy el puente hecho de dedos,
el que abre la puerta antes del resplandor
y quien consigue que el marfil se haga templo de carne.

Mira detrás de la bruma
y me encontrarás luchando entre los lirios
para hacerte brotar como los tallos nuevos.

Mira… y verás la resina que arde para sellar tu boca
y dejarla acotada en un estribillo de hermosos gestos.

Se empañan los cristales
y el mundo es la tiniebla que hay afuera entre la lluvia suave que no cede.

No dudes de mí,
porque soy el magnesio que habrá de darle luz a tu contorno,
la piel que ha de rozarse con la tuya,
el peso justo que ha de llevarte al cero,
el viento…

Amaina el temporal
y la tarde te esculpe eterna en mis pestañas.

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