Imaginar para deformar la realidad

Considerar nuestros errores como camino de conocimiento es una forma positiva de tomarse el asunto de la vida, más si entendemos la vida como la acumulación de lo que queremos creer y no de lo que en realidad es y se patentiza ante nuestros ojos.
La magnitud humana más valiosa es la de imaginar para deformar la realidad [que siempre es cruda] y hacernos con ella de una forma cómoda y poco traumática.
Nacemos, nos despedazamos y morimos para ser un frío esqueleto, he ahí la verdad desnuda, que puede adjetivarse con que sentimos dolor y placer [que no es más que una deformación del dolor]. Llegamos a cumbres para caer de ellas y obtenemos recursos para perderlos.
Lo rechulo de nuestra especie es que tiene el don extraordinario de cambiarle el valor a las cosas y a los sucesos hasta el punto de hacerlos pares a su realidad mediante la ‘creencia’. Creer, a veces, sirve para tener la sensación de vivir mejor, lo que no le quita a la realidad su terrible verdad.

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