DE UN ENCUENTRO CON JOAN MARGARIT

JOAN MARGARIT RECITA MIENTRAS LE SOBREVUELAN TRES MURCIÉLAGOS

Cada una de mis mentiras
se me queda en el rostro dibujada…
las verdades también,
y me hacen viejo…
Entonces, sabio Joan,
la realidad da un paso
y se adelanta, sin más,
a lo pensado
porque vive en mis gestos
aún antes de la idea.

Tú brotabas veloz,
con ese vigor raro
de los que ya han sufrido,
nombrando cada letra
de la palabra ‘rabia’.
Yo miraba mi sombra
–que es todo lo que soy–
llena de vanidad, pero vacía,
y extendía mi mano
buscando caridad en tu talento.

Bajó el primer murciélago y me dijo:
“No es caridad, Felipe,
es justicia”.
Y quise ser el muerto.

Mirando mi intención,
bajó el segundo
agitando su vuelo hasta mi oído:
“Busca la simetría del dolor…
es sorprendente”.
Y decidí seguir hasta ahora mismo.

El tercero quedó sobre tus labios
para gritar contigo aquella arenga:
“Entender te redime”.

Ahora bebo deprisa,
porque se acaba el tiempo
de una sed que no tendremos.

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