Abrir los ojos

Abrir los ojos
y sentir los tendones carcomiendo sus ganas en los huesos,
y notar cómo la mano hormiguea
después de hacer de almohada impenetrable,
y percibir el nítido empujón de la vejiga en el sexo abultado por la noche,
y ver borroso entre los mil avisos que me punzan todo el cuerpo
con su ‘ya vas mayor, viejo elefante’…

y volver a abrir los ojos
y saberme paisaje en el paisaje,
hombre entre los hombres,
abstracción en este mar concreto en el que todo tiene nombre
y ocupa un espacio aleatorio y vivo.

Vivir es ser de nuevo cada día,
hacerse en la mañana y poner orden en todo lo mirado y recibido,
libar labios ajenos,
ser vencido por cualquier contoneo en una esquina
y atinar a decir: ‘soy yo y me quedo’.

Vivir es no pensar mientras recibes el oxígeno justo que precisas
y la mano de aquél que no te pide sino un nítido aval a su existencia…
también es persistir en repetirse en los gestos sabidos
para hacerlos genética esencial para mañana.

Si al ser sientes vacío, busca roces;
si al hacer no precisas en lo neto, dentente algún segundo y mira adentro;
si al moverte no atinas en el gesto, retoma tu camino
y busca huellas que no sean de tus pies ni de tu talla…
y síguelas sin más, que alumbran signos.

Vivir es acertar y equivocarse,
tener y no tener al mismo tiempo,
sentir que en cada ausencia hay un indicio
que es digno de llevarse hasta su límite.

Vivir es ser consciente del abismo y procesarlo en clave de alto vuelo;
vivir es desear,
poner en celo el paso que darás,
decir a voces ‘soy y estoy’,
ir a por pan reciente al mediodía
o hacer una visita a la peluquería de la esquina para que te adecenten el cabello…

Vivir es recordar y hasta olvidarse de lo que fue suceso hace un segundo,
buscar el ánimo o el empujón precisos,
cabalgar algún cuerpo aunque sea soñando,
perpetuarse en todo lo efímero,
mover los párpados para engrasar los ojos,
tocar y sentir que te tocan,
contar tus cicatrices lentamente y darles la razón que necesitan,
herniar algo de tarde con tus manos,
apresar el milagro de lo que eres,
sudar y hacerte sangre,
ser lascivo,
ser ardiente,
ser misterio,
ser pantano,
ser reúma de gestos y lumbre de ceniza,
ser fiebre,
ser rincón,
ser en unas caderas,
ser caimán,
ser gotera y arteria y tendones y carne
y presencia y hangar
y saliva viscosa
y ceguera
y metales
y barro
y pupilas
y muslos…

y ese aire que sale y que entra,
el que quizás estuvo en ti
hace un ratito y se te escapo con la voz.

Ser memoria y no serla es la vida.

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