Thomas Chatterton conversa con T. Rowley

El dardo de la muerte rozó mi frente esta mañana
buscando un corazón que atravesar
y no fue el mío.
No sé a qué criatura se llevó con la Parca,
pero el silencio se hizo en mí durante un tiempo.

Mira ahora, mi amigo, cómo la luz repite
su función más diaria entre los soportales,
cómo el gentío arma su labor
y los cobros
sin percibir siquiera el vacío tremendo
que ha dejado este dardo en mi garganta.

La rutina y sus usos son un túmulo abierto,
y sus fauces voraces mastican el secreto
de esta nada terrible hecha de soledad.

Hasta el Sol se desploma de tanto gris,
y ya no sé qué hacer,
si luchar por la luz
o buscar ese negro natural, infinito...
que contraste con todo como un espejo opaco
enfrentado a una piel.

Existir es no estar,
pero que alguien te nombre
o que grite que el dardo de la muerte laudánica
te atravesó la seda suave del corazón.

•••

Thomas Chatterton se envenenó con arsénico en una buhardilla de Londres el 25 de agosto de 1770

© luis felipe comendador

Comentarios

  1. La muerte impone y más si la sientes cerca se lleve a quien se lleve.. muy buena poesía. saludos

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