Paco López Merino hace tertulia con Borges y se pega un tiro

Llegamos aquí jóvenes y bellos,
con los sentidos ávidos, perfectos;
con la miel y el almíbar coronando
estas bocas jugosas, hechas para la sal
y el abandono.

Llegamos desnudos como cuerpos...
y poseemos la música, los gestos,
las miradas totales.

Sabemos enseguida del abrazo y la lágrima,
del duelo y de la risa,
de la certeza absurda que es la duda
constante y sistemática,
de las negras cenizas que es el hombre
y sus dardos.

¡Ah!, las sombras, maestro,
esas sombras que son luz en sus ojos
y en sus manos como un libro de arena,
esas sombras que vomitan razón
y alumbran todos estos muertos tristes
que nos hacemos cada cuatro segundos.

Llegamos para irnos definitivamente
dejando entre los túmulos la triste calavera,
unas flores quizás
y algunas letras que den calor al mármol
y avisen a otras vidas de que lo inexorable
respira en cada cuerpo hasta que al fin lo agota.

Esta hora es perfecta para el último hálito.

•••

Paco López Merino se disparó un tiro en la sien. Lo hizo en el retrete de un café de la ciudad de La Plata el día 22 de mayo de 1928.

© luis felipe comendador

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