No está la dulce Ipsitila en la casa, no está desde hace años. Recuerdo que me topé de golpe con el poema 288 de Catulo mientras era estudiante de Biológicas en la Universidad de Salamanca y sonreí como un chiquillo mientras corrí a leérselo a mi amigo Juanito Montero… luego llegaron Marcial, Ovidio, Giorgio Baffo, Aleister Crowley, Drummond e incluso Espronceda. La poesía erótica y pornográfica caló en mí de tal forma, que me hice coleccionista atento de poemas lúbricos y me encantaba leerlos en reuniones de amigos… pero hoy no está la dulce Ipsitila en la casa porque me duele la pierna como su puta madre por un azar pinzero y cabrón del ciático… oye, qué cosa… un dolor sordo y profundo que comienza en el centro de la cacha (llamémosla nalga) y la rodea hasta llegar a la ingle para bajar a su bola por lo más profundo del muslo y anidar en el gemelo como un calambre a medias y continuo que no te deja andar… y menos pensar en otra cosa que no sea ‘tengo nalga, ingle, muslo...
Gracias por tu visita a mi rincón y de paso pedir permiso (a toro pasado) por mi atrevimiento (al menos espero haber acertado en la elección)
ResponderEliminarAl tiempo he descubierto tu blog y me añado con placer como seguidor.
Gracias.
Max.
Me ha gustado mucho este poema.
ResponderEliminarUn saludo,
Oceano
Hermosos haikus! te sigo
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