Leopoldo Lugones quema sus libros

¡Oh, Catulo!, genial poeta, el único;
¡cómo ardes!,
cómo humea tu Lesbia ante mis ojos.

En la pira eres uno más,
una pavesa solo.

Recuerdo nuestras tardes,
tú y yo quietos,
en el chéster tan cómodo
de mi casa en la Isla del Tigre,
yo era el efebo, el poeta enemigo,
la hetera que te daba placeres
a cambio de tus versos...

Purifícate en la llama naranja
y hazte ceniza en el rito de Stromboli.

¡Qué bien ardes, amigo!

•••

Leopoldo Lugones murió por ingestión de cicuta en la Isla del Tigre el día 18 de febrero de 1938.

© luis felipe comendador

Comentarios

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.