Poesía y Filosofía: construir lugares.

Nombro mis pies y nombro mis zapatos... enuncio, por tanto, su realidad... entonces los relaciono entre sí y les encuentro ese aquél lógico que me tranquiliza porque me otorga la estúpida razón de estar en el mundo como hombre. Entonces, intento subir en la categoría representativa y deshago el contexto de cada una de las cosas nombradas, buscándoles inutilidad física, pero indagando en cierta utilidad significativa que solo me sirva en el plano de lo irreal –si al pensamiento imaginativo se le puede calificar de tal forma–... de ese proceso que obliga a un trabajo de comprensión por encima de lo tangible se llega a la idea filosófica y al planteamiento poético.
El pie que ya es “no pie” y el zapato que ya es “no zapato” pueden converger filosófica o poéticamente en conceptos nuevos con los que interpretar el mundo, sirviendo como artilugios explicativos de realidades no percibidas en un proceso más simple. Es como si de los objetos físicos “pie” y “zapato” nos quedáramos tan solo con la sombra que proyectan, con la luz que reciben y reflejan, con el vacío de aire que producen al ocupar su espacio... y retirásemos su dimensión real, dejando solo la sombra, el reflejo o el vacío... perdiendo, por tanto, la utilidad real y dejando la sombra proyectada, la luz reflejada o el vacío producido como elementos sobre los que transitar intelectualmente.
¿Acaso no existe la falta de lo que fue y, por tanto, la próxima falta de lo que es, y la falta de lo que va a ser...?
Aquí me detengo y le voy a dar protagonismo al lenguaje, cuya función más superior consiste en crear mundos y nombrarlos... una herramienta de ‘posibilidad’ con el valor poliédrico que supone la hermosa dama llamada ‘polisemia’.
Aquí es donde empiezan a tomar caminos distintos la Filosofía y la Poesía.
Mientras que la filosofía busca interpretación por el lenguaje intentando exactitud [difícil lo tiene, coño, pues si algo tiene el lenguaje es que es profundamente imperfecto y antes de dar nitidez, desenfoca], la Poesía se deja llevar por lo difuminado de la palabra para dejar alumbradas nuevas dimensiones, nuevos conceptos que tomen forma en una experiencia estética que no tendría posibilidad tangible en la medida lógica de lo real... la Poesía sugiere sin pararse a definir, mientras que la Filosofía intenta definir y teme profundamente a la simple sugerencia, buscando siempre lo ‘acabado’ e intentando darle finitud [definición] a lo que jamás podrá tenerla.
Ambas materias buscan mena en las enormes minas de lo real, ambas comienzan trabajando con los mismos cedazos... la Filosofía busca certezas como diamantes y quiere calibrarlos, medirlos, dejarlos perfectamente pulidos... la Poesía recoge montoncitos de material y supone que en cada uno de ellos hay un tesoro, y juega con esa posibilidad sin intentar desnudarla.

Comentarios

  1. Bueno, para una primera aproximación no está mal, aunque en realidad yo planteaba el binomio POESÍA/PROSA, que no es lo mismo. ¿Podríamos resumir en:
    - Filosofía: lo preciso.
    - Poesía: lo impreciso (y más cosas…)?
    Goethe escribió un librito de nombre “Poesía y verdad” o algo así, cada vez que lo traducen lo hacen de una forma, porque ¡¡¡claro que el lenguaje es impreciso!!! Pero el mundo también lo es, el mundo no es un uno enteco (je je, yo también soy cabronceta), se trata de aproximaciones, siempre aproximaciones. Por ejemplo, nunca dirías que la sangre es amarilla (a no ser que hables de la de algunas lagartijas -o que estés poetizando-) y sin embargo las diferencias entre los colores no tienen límites precisos como tú bien sabes o deberías saber, que por eso se inventaron la gama Pantone y aún así, siempre depende, todo depende…
    A lo que iba, que me disperso.
    Que está muy bien lanzar la cosa y que el mundo decida si solo son palabras o hay poética, pero cuando lo lanzas ¿cómo lo escoges? Porque, hasta donde a mí se me alcanza por lo que cuentas, tú ya le pones el título antes de que la cosa esté parida, y eso es lo que yo no entiendo muy bien, que acotes tu parto antes de ser engendrado, y no digo que esté mal, solo que se contradice con lo que nos dices a otros. Pero se ve que estás de malas y no quieres aclararlo. Pues vale.
    Feliz semana llena de emociones (al menos la mía).

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  2. Sinceramente. Adu, no estaba en el asunto del que hablas mientras escribía este texto. Creo que ya te expliqué que no me interesa.
    Mi formato de trabajo responde a mi comodidad y ya lo he explicado varias veces en mi blog. Solo hay que leerlo otra vez y ya está.
    En todo caso, yo no preciso de forma alguna que se entienda mi proceso o que guste o deje gustar, pero sí que emocionen mis poemas, por lo menos que me emocionen a mí.
    Ah, y escribo siempre para mí... creo que lo he dejado claro mil veces... aunque en algunas ocasiones –no muchas– respondo a preguntas que alguien me hace desde el éter... y luego me cabreo por haber respondido, que no soy buen respondedor.
    Así que es probable que no vuelva a responder a nadie nunca... jeje, me encanta la idea.

    Besillos, pesadita.

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