SIN QUE ME VEAS, MIRO TU CINTURA

Sin que me veas, miro tu cintura,
que en inversos paréntesis me ciega
con esa voluntad del estratega
que predice la mano en la moldura.

Y es que adoro de ti ese clandestino
dibujar sin saber, ante mis ojos,
un universo lúbrico en manojos
de calientes perfiles. Mi camino

se hace entonces deseo desatado
que en el matraz del cuerpo mezcla y ata
una alquimia limosa, espesa, clara

que me hace percibirte con la rara
pasión de fiel voyeur que se remata
en un acabar siempre desnatado.

Sentirte sin que sepas no es pecado.

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