El valor de lo trivial

Dice el sabio Pavese que “la creación nace de la innumerable repetición de un acto, que a fuerza de ‘routine’ se hace molesto. Luego viene un periodo de extravío, de tedio. Entonces, el acto olvidado por su trivialidad, resurge como milagro, como revelación, y he aquí el impulso creador”. El genio de Cesare traía este pensamiento en relación al sentimiento del pasado de los pueblos, pero cambiando el contexto a la literatura, a la poesía, también sirve, y mucho… y además cambia razonablemente el sentido creativo que la crítica y los escritores le aportan a las nuevas presentaciones.
No es tan importante la creación como percibir que es fruto de una repetición agotadora de realidades y sentimientos, y no es tan importante el jodido creador –quizás nada importante– sino que la importancia la suman quienes le procuraron los recursos creativos.
Valorando esto, sabremos que la literatura es más de todos que de quienes la pronuncian, que ser epígono de un buen creador no es tan grave [puede hasta que sea bueno] y que la mejor creación es la que alcanza el valor de trivial.

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