La mujer de mi sueño

La mujer abría su medusa para mí en el sueño de anoche
y eran de musgo húmedo sus rocas lumbares
y del bambú mas tierno sus muslos de venado.

Viéndola destrazada ante mi ardor de huesos
sentí su olor a muerte y a palmera,
y le acepté el combate de rodillas,
y dejé que su sombra soportara la mía,
que acercara su boca hacia los arrozales mientras mi piel temblaba.

La mujer de mi sueño de anoche
fulguraba en el mástil con sus senos pequeños
y enrojecía girándose como un heliotropo en mi justo desnudo.
Su piel se constelaba de lunares y pliegues
semejando un campo de gramíneas meciéndose.
El rojo de sus aguas más profundas era yacija de algas
y de un limo encendido que me hacía voluble y desatado.
Sus cabellos volaban llevados por el látigo del cuerpo
y me tomaba en olas que eran como mareas poderosas.

La mujer de mi sueño de anoche
tenía un rostro conocido que aún no he sabido desatar en mi memoria,
una boca pequeña con la medida exacta,
unos ojos de mirada agresiva [como estaño],
unas caderas amplias [generosas]
y un vientre parecido al horizonte.

Abría su medusa para mí
y me mostraba el centro como una furia dulcísima y melosa.

Cuando iba a penetrarla, abrí los ojos…
Hoy mi mano es mejor que otras semanas.

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