Este otoño es un pequeño invierno

Este otoño es un pequeño invierno
precoz y vacilante…
y sobre mí descienden los últimos rebaños
desde las tierras altas
con su acopio de hierba
mientras las piñas estallan en la hoguera.

Me siento recogido en mis paredes,
que han sido franqueadas por un aliento dulce y femenino
que me deja dispuesto y esparcido.

Mientras las velas juegan con las sombras,
me recuerdo nadando junto a un cuerpo divino y sin peaje,
tocando la ocarina en el justo perfil de una mañana
o mordiendo el azúcar de una carne latiendo.

Sestean ya los mirtos en los caminos mojados.

Este otoño que enrojece los nudillos sabe mucho de sauces
y de ropa mojada…
y también de los naipes
que se rifan en los vientres sedosos
entre lamentos y suspiros.
Este otoño tiene cadencia de telégrafo
buscando los contornos de cada mediodía entre la niebla.

Este otoño de rumbo extraviado
huele a cuerpo en crepúsculo
y a pespunte en los pantalones detrás de los visillos.

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