Las ciervas
¡Las ciervas...! Siéntate en lo que resbala, viejo, y mira el olor de las cosas como tocas la tinta fresca con el dedo. Busca en el zaguán la sombra de alguien que caminó ayer y tiéndete a pensar en tu camastro. ¡Las ciervas...! El beso, viejo, el beso en las axilas y luego flotar como una niebla ancha que deambula y advierte, que gime como lo hiciera un mal fusilado. Quiero entenderte, pero me cuesta tanto... ¡Las ciervas...! El reflejo en el charco, viejo, el baño de la virgen desnuda como un regalo de la lluvia, las flores como sexos femeninos abiertos, como bocas buscando la raíz que los penetre mientras suena la queja deliciosa. ¡Las ciervas...! Pulpa de mandarinas, viejo, pulpa en los labios mojados con sabor a lo que se fecunda, fécula, felpa, feldespato, pulpa de mandarinas, pulpa de vulva, pulpa. ¡Las ciervas...! Frótate, viejo, que el tallo ya es adulto y hay que dejar olores en las ramas que circundan tu isla, hay que dejar señales a las hembras adultas de todas las especie...