La fuga de Antoine Doinel
Fue la lluvia y mirar desde el furgón los rostros vegetales del gentío, el medir las mañanas en el suelo según la luz corría de baldosa en baldosa, el eco de tu voz en las paredes –sin respuesta jamás– y esa curiosidad que es como el hambre por ver el horizonte de los héroes. Te preguntaste si en el mar habría una salida neta del silencio que rezuma el ser uno entre los hombres. Te quisiste matar por un segundo, y comprendiste al fin que hay un abrazo tuyo pendiente de entregar y otro que espera a sopesar tu escuálido volumen. Pues claro que la vida te interesa, ¿a qué si no esta huida de lo inhóspito? Colette en bañador merienda al fondo. ••• © luis felipe comendador