NO ES MÁS TENER QUE AMAR

No es más tener que amar, mirar que verse,
arder que ser fulgor en un invierno
o ser ángel de un cielo del averno
en este manantial del deshacerse.

Nunca podrá ser más este dolerse
que el reírse de sí cuando se abrasa
de enfermedad el cuerpo entre la gasa
y la vida no es más que revolverse.

Masticar la gragea que te toca,
la que te tuerce el gesto por el asco,
puede ser la mejor incertidumbre

para entender que tú, que fuiste lumbre,
y que ahora eres tizón, vacío el frasco,
habrás de ser cenizas, cieno… roca.

Ser no es más que haber sido.
Punto en boca.

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