No arriesgo mi cuello por nadie

Me turba la humedad,
hasta pensarla.
Me irrita ver lo trágico del mundo.
Soy un aislado triste,
un náufrago lascivo y agotado
que no quiere penínsulas ni puentes.

En este entreparéntesis sin signos
que va sumando días... o restándolos
asoma una sinapsis fonteriza
de axones egoístas, solitarios.

De todo el tiempo herido,
de las armas
blancas de filo autónomo
y suicida
he acumulado restos
humanos como viandas
para una cena a solas
con mi cuerpo.

Comulgarme me limpia,
me pone en gracia,
y luego,
tan lúcido
como una fe
o un niño,
sé en mi clarividencia
que nadie se ha ganado
que arriesgue por salvarle
un solo átomo.

Ya no me juego el cuello,
he madurado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un poema ciático.

Poesía... ¿originalidad o personalidad?