La monja enana

En descarga de ese Dios que no existe,
debo decir que a veces
siento que la tormenta
lanza rayos a otros
y yo me noto
como tocado por un ángel,
protegido hasta el punto
de saber con certeza
que ese ser impensable
e inmenso
a veces da pañuelos
a los que se resfrían.

La monja sube al árbol
y se le ven las medias
marrones
de franela.

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