Las mujeres de Acaya.

El beneficio de la sombra que busco en las cerezas
sumergidas sobre la mesa,
el lienzo de los ojos pintándose si te miro o te extraño,
la espera de noviembre
con las calles tendidas y la camisa vuelta,
los tacones en la vitrina como un oráculo,
los amigos devorados por el ácido
al que ahora llaman tiempo,
la muerte como un asombro
[la sombra de las cerezas sumergidas],
la sandía posada en unos labios
y este sacudirse el calor con las manos recientes,
las renuncias constantes
[mi viaje pendiente al otro mundo],
el perfume de Dreyfus
en los bellísimos cuerpos de las mujeres de Acaya,
la música en los autos…

el siglo entero con sus piedras
y sus tanques blindados…
el salmo de lo injusto
y la navaja…
las iguanas…

el Banco Nacional de cada cuerpo...

la misión del poeta…
la jodida misión del poeta…
la imposible misión del poeta…

Y que aún los pájaros solo canten para algunos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Poesía... ¿originalidad o personalidad?

Un poema ciático.